El coworking se abre a la empresa más tradicional

El coworking se abre a la empresa más tradicional

20 marzo, 2020 Economía

De la misma forma que Airbnb generó un nuevo modelo de alquiler turístico, otorgando un nuevo valor a los activos inmobiliarios residenciales, el coworking ha ampliado las opciones de uso profesional de espacios con una oferta flexible en costes y superficies. En el blog de Tinsa analizamos hoy el fenómeno de los espacios de trabajo colaborativos, que ya comienzan a tomar posiciones fuera de las grandes capitales.

El coworking es una forma de trabajar en la que profesionales de diferentes ámbitos comparten un mismo espacio físico para el desempeño de su actividad profesional. La fórmula, que nació hace más de una década en EEUU, permite disponer de un lugar de trabajo acondicionado en mobiliario y tecnología por mucho menos coste que una oficina tradicional y con un modelo de contratación mucho más flexible.

Al estar inicialmente concebido para startups, emprendedores y autónomos, el coworking se ha presentado tradicionalmente como un espacio abierto, inspirador y creativo, que fomenta el intercambio y la colaboración, muy en línea con las demandas de ese perfil de profesionales.

Con el paso de los años y la popularización del modelo, los locales de coworking han acabado penetrando también en la planificación de las grandes empresas, hasta el punto de que es el mundo corporativo tradicional es el que ha está impulsado de forma más decidida el crecimiento de este modelo.

Los espacios colaborativos permiten a las empresas tradicionales el desarrollo de trabajos por proyecto de empleados de diferentes áreas. Con todas las dotaciones de tecnología necesarias para el día a día de las grandes consultoras, el modelo coworking facilita la creación de sinergias entre sectores complementarios y la contratación de trabajadores para proyectos concretos.

Más allá de aportar una respuesta a necesidades operativas puntuales, el uso flexible del espacio empieza a tenerse en cuenta también en los departamentos de Recursos Humanos de las empresas tradicionales.  Los nuevos estilos de vida y de trabajo demandados por los millennials está convirtiendo la conciliación, la creatividad y la flexibilidad en factores de atracción y retención de talento.

Las nuevas demandas y las nuevas necesidades han impulsado también una evolución en el concepto del producto. Los espacios de trabajo colaborativos, que en sus inicios se configuraban como zonas completamente abiertas, se están comenzando a levantar paredes para ofrecer seguridad y privacidad para el segmento ‘empresas’.

Todo apunta a que el futuro del coworking pasa por desarrollar espacios mixtos entre la oficina más tradicional y la flexibilidad de uso, servicios y áreas de los centros de trabajo colaborativos, donde coexisten despachos, zonas de acceso privado y salas comunes para generar comunidad. Poder variar la superficie y el tipo de contrato dependiendo de las necesidades es un valor en alza en tiempo de incertidumbre, sobre todo.

Nuevos coworking para Madrid y Barcelona en este año

Los actores que dan vida a este modelo son, por un lado, patrimonialistas que están reconvirtiendo a coworking parte de su oferta en edificios orientados al alquiler convencional, creando en algunos casos divisiones especializadas, y por otro empresas y plataformas intermediarias que ponen en contacto oferta y demanda.  Entre las operadoras de coworking con una presencia consolidada en las grandes capitales españolas destacan IWG (propietaria de Regus y que gestiona coworking bajo las marcas Spaces y HQ), First Workplaces, WeWork, Colonial (Utopicus) y Merlin (Loom).

Según los últimos datos de la Asociación ProWorkSpaces, el coworking como nuevo modelo de trabajo ha crecido significativamente en nuestro país desde 2013, siguiendo los pasos de Europa y se espera que continúe creciendo a doble dígito durante los próximos cuatro años. Pese a ello, según datos apuntados por la socimi Merlin en unas jornadas profesionales celebradas el pasado noviembre, el coworking representa actualmente en España menos del 2% de la superficie de oficinas disponible, frente al 6% que representa en mercados como Londres o Amsterdam.

El modelo ha crecido significativamente en Madrid y Barcelona y se está extendiendo también a otros mercados secundarios, como Valencia o Sevilla.

Según la información aportada por las propias compañías, Merlin sumará tres nuevos espacios Loom en 2020, uno en Madrid y dos en Barcelona, que elevarán a 11 los que tiene en España, hasta un total de 19.000 m2, con capacidad para dar servicio a 2.000 usuarios. También proyecta aperturas en Lisboa y ciudades secundarias como Valencia y Alicante. Por su parte, Colonial tiene previsto añadir este año dos espacios de coworking Utopicus en Madrid y uno en Barcelona a los 10 que ya tiene operativos entre ambas ciudades.


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