Los datos anticipados de la contabilidad nacional del tercer trimestre son menos malos de lo esperado. En otras circunstancias los valorarĆamos negativamente pero, en un contexto de crisis como el actual, tiene mucha relevancia que su deterioro sea mĆ”s moderado de lo previsto, sobre todo en la segunda mitad del aƱo para la que se esperaban descensos mĆ”s agudos de PIB.
El esfuerzo realizado para llegar a esta situaciĆ³n de nada servirĆa si no se consigue destensar la situaciĆ³n financiera en la que estamos inmersos, cuyas consecuencias mĆ”s palpables son el creciente endeudamiento y el pago de los intereses asociados. La partida presupuestaria destinada a sufragar los costes de la deuda se ha convertido en el segundo gasto mĆ”s importante del Estado y su cuantĆa no deja de crecer en proporciĆ³n superior al propio endeudamiento, debido a la creciente percepciĆ³n de riesgo de nuestra economĆa. En este contexto, los inminentes acuerdos a los que lleguemos con nuestros socios comunitarios deben producir un descenso del tipo de interĆ©s que pagamos por financiarnos, ademĆ”s de un alivio para nuestras cuentas que permita otro tipo de polĆticas orientadas al estĆmulo de los sectores productivos.
En cuanto al sector inmobiliario, el acuerdo finalmente suscrito tendrĆ” consecuencias de amplio calado. Como ya es sabido, una parte del dinero recibido se utilizarĆ” para sanear los balances de las entidades de crĆ©dito, trasladando los activos problemĆ”ticos a una sociedad que gestione los mismos a largo plazo. En este proceso se descuenta un beneficio futuro que dependerĆ” mucho del valor de traspaso de dichos activos, actualmente en discusiĆ³n. El nuevo esquema bancario que surja de esta cura de adelgazamiento ha de ser capaz de proporcionar el crĆ©dito necesario al tejido productivo, a unos tipos mĆ”s reducidos; y, en paralelo, de volver a financiar la compra de viviendas a precios razonables y sostenibles a largo plazo, pero no sujetos a la tensiĆ³n coyuntural de competir con el aluviĆ³n de oferta que se producirĆa si los inmuebles permaneciesen en los balances de las entidades.
Todo ello exigirĆ” sacrificio de cada una de las partes. Los paĆses centrales del euro soportarĆ”n a corto plazo un mayor riesgo percibido y los perifĆ©ricos deberĆ”n continuar las reformas necesarias para asegurar la devoluciĆ³n de lo prestado, sin olvidar las polĆticas de crecimiento. El Ć©xito de este proceso pasa por la desapariciĆ³n de las actuales asimetrĆas entre paĆses miembros de la UniĆ³n y, simultĆ”neamente, por la constituciĆ³n de organismos e instituciones comunes de supervisiĆ³n que garanticen la solidez del sistema, evitando la repeticiĆ³n de los mismos problemas en el futuro. La adopciĆ³n de un camino comĆŗn parece emerger definitivamente como alternativa mĆ”s razonable frente al inicio de un proceso de segregaciĆ³n, cuyas consecuencias exactas se desconocen a dĆa de hoy.
En lo que al mercado residencial se refiere, en los Ćŗltimos cinco aƱos se ha producido un descenso muy significativo en el nĆŗmero de transacciones de vivienda, reduciĆ©ndose a mĆ”s de la mitad el nĆŗmero de operaciones en casi todas las Comunidades AutĆ³nomas. El porcentaje de bajada acumulado varĆa entre el 68,83% de Murcia, donde se ha pasado de 35.096 operaciones en 2007 a 10.938 en 2011, y el 31,85% del PaĆs Vasco, que se ha reducido de 26.573 a18.109 en este periodo. En valores absolutos, donde mayor nĆŗmero de compraventas ha dejado de realizarse es en AndalucĆa, con 104.131 operaciones menos. En el Ćŗltimo aƱo, las bajadas mĆ”s significativas se han dado en el Norte de EspaƱa, concretamente, en Cantabria (-36,3%), el PaĆs Vasco (-31,1%), y Navarra (-30,0%), seguidas de Madrid, (28,9%), mientras que en Canarias y la Comunidad Valenciana han repuntado un 1,40% y un 0,18% respectivamente.
Las previsiones de suelo residencial para los prĆ³ximos aƱos contempladas en los Planes Generales vigentes son mĆ”s que suficientes en todas las Comunidades AutĆ³nomas, variando entre el 95% de Murcia y el 63% de Navarra, correspondiente al porcentaje de edificabilidad destinada a vivienda remanente respecto a la contemplada en sus instrumentos de planeamiento. Considerando solamente las ciudades que poseen los desarrollos urbanĆsticos mĆ”s relevantes del paĆs, hablamos de 317.715.734 m2 edificables destinados a vivienda, aĆŗn pendientes de desarrollar y el nĆŗmero de viviendas no materializadas llegarĆa a las 2.471.399 unidades. Por lo tanto, el futuro del planeamiento general pasa mĆ”s por su modificaciĆ³n que por la recalificaciĆ³n de nuevos terrenos que, a medio plazo, atenderĆ” a casos muy concretos en determinadas localidades. Los cambios fundamentalmente serĆ”n la reclasificaciĆ³n de los terrenos para adaptarlos a la demanda que surja de los diferentes usos en cada momento, la sustituciĆ³n de las tipologĆas en funciĆ³n del mercado y la adaptaciĆ³n a los nuevos requerimientos tanto estructurales como de sostenibilidad urbana.