Renovarse o morir. Esas eran las opciones que tenían las viejas salas de cine estadounidenses, obligadas a proyectar sus películas en formato digital. ¿Quieres saber lo que hicieron?
La madrugada del domingo 13 al lunes 14 de enero fue la noche de los Globos de Oro. Este prestigioso galardón, entregado por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, es considerado la antesala de los Oscar. El hotel Beverly Hilton de Los Ángeles fue el lugar en el que se reunieron algunos de los mejores actores y actrices de cine y televisión.
Los Miserables y Argo fueron las grandes vencedoras de la noche al llevarse tres y dos galardones, respectivamente. Ambas películas solo pudieron verse en las salas de cine americanas adaptadas al formato digital.
¿Cómo adaptar el cine a las nuevas tecnologías?
Hollywood, por imposición de los grandes estudios cinematográficos, anunció a primeros de 2012 que los cines deberían adaptarse a las nuevas tecnologías. Las películas dejarían de llegar a las salas en las tradicionales bobinas de 35 mm para pasar a pen drives o discos externos.
El formato digital sería la única opción. La razón era puramente económica: el coste de producción de cada carrete ronda los 1.500 dólares (unos 1.120 euros), lo que multiplicado por unas 4.000 salas de proyección distribuidas por todo el país suponen un coste muy importante. Los soportes digitales, por el contrario, no cuestan más de unos pocos dólares. El problema del cambio llegaría para las salas ya que, para emitir en digital, necesitarían hacer grandes reformas en sus sistemas de reproducción.
Ante tal panorama, las salas de cine, especialmente las más pequeñas, vieron como sus negocios podían cerrar definitivamente. Las dificultades por la que pasa el séptimo arte se acrecentaban por una imposición que muchos entendían injusta. Para intentar recaudar fondos varios propietarios pensaron en fórmulas como la financiación colectiva y el micromecenazgo. Para ello las salas colgaron sus propuestas en páginas especializadas y los billetes comenzaron a llegar gracias a pequeñas aportaciones.
Ejemplos de micromecenazgo para adaptar las salas de cine a Hollywood
El Catlow Theater es una pequeña sala situada en Barrington, Illinois. Su objetivo inicial era conseguir 100.000 dólares para adaptarse a las nuevas tecnologías. Sus previsiones se vieron superadas, ya que 1.394 personas aportaron 175.395 dólares.
En Fort Collins, Colorado, se encuentra el Lyric Cinema Cafe. En este proyecto participaron 2.324 pequeños mecenas que ingresaron 158.692 dólares, una cifra con la que también consiguieron su objetivo.
El Kress Cinema, en Colorado, necesitaba menos dinero. A esta sala, situada en Greeley, le bastaban 80.000 dólares. Más de medio centenar de aficionados al Kress superaron la cifra fijada.
En Mobile, Alabama, se encuentra el Crescent Theater, que necesitaba algo más de 75.000 dólares para su transformación. Sus ciudadanos y simpatizantes recaudaron casi 85.000 dólares para salvarlo.
Ejemplos de adaptación de las salas de cine en España
Un caso similar es el del Artistic Metropol, situado en Madrid. En esta ocasión el cine no se financió a través de crowdfunding, sino que fue idea de dos amantes de la gran pantalla que querían apostar por el género independiente, especializándose en películas fantásticas y de terror, aunque proyectan filmes de todos los géneros. La sala cuenta con 80 butacas y las entradas cuestan entre 3 y 6 euros por sesión. En el vestíbulo tienen una tienda con objetos para los más fanáticos y mucha parafernalia.
Fuentes de referencia:
Belinchón, G. (2013). ““Argo” y “Los Miserables”, grandes triunfadoras en los Globos de Oro”. El País.
Fanjul, S. C. (2012). “Un cine de miedo en Madrid”. El País.
O´Connor. T. (2012). “Rescue The Historic Catlow Theater From Extinction”. Kickstarter.
Puttlack. M. (2012). “Save The Lyric”. Kickstarter.
The Kress Cinema. (2012). “Keep The Kress«. Kickstarter.
Crescent Theather. (2012). “Keep The Crescent”. Kickstarter