La sostenibilidad en el sector inmobiliario es una exigencia creciente de inversores, empresas y usuarios. Y, en este escenario, los sellos o certificaciones sostenibles juegan un papel clave: permiten medir, comparar y comunicar el compromiso medioambiental, social y económico de los edificios.
El sector de la construcción es uno de los más contaminantes: es responsable del 40% del consumo energético de la UE y del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según datos de Pacto Mundial de la ONU. Porcentajes que se podrían reducir si “el 75% de los edificios no fuera energéticamente ineficiente.
Para cimentar un futuro verde, es imprescindible replantear la construcción y poner el foco en los edificios sostenibles o verdes”, añade la iniciativa de sostenibilidad empresarial con mandato de Naciones Unidas para promover los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
En este contexto, los certificados de construcción sostenible se utilizan para avalar un menor impacto ambiental de los edificios y promover prácticas que mejoran su contribución al entorno. Estos son los principales estándares internacionales y nacionales que avalan la construcción y gestión responsable de inmuebles: LEED, BREEAM, WELL, DGNB y VERDE.
1. LEED: el referente global en construcción verde
Desarrollado en EE. UU. por el U.S. Green Building Council, LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) es uno de los sellos con mayor reconocimiento internacional. Evalúa desde el diseño hasta el mantenimiento de los edificios, aplicándose tanto en obra nueva como en rehabilitaciones, espacios interiores y desarrollos urbanos.
Su metodología se basa en un sistema de puntos repartidos en categorías como eficiencia energética, uso del agua, calidad del aire interior, materiales sostenibles o conectividad urbana. En función de la puntuación, los edificios pueden obtener uno de los cuatro niveles de certificación: Básico, Plata, Oro o Platino.
Además de reducir el impacto ambiental, los inmuebles certificados LEED suelen conseguir ahorros energéticos cercanos al 30%, aumentan su valor de mercado y mejoran el bienestar de quienes los ocupan. Entre sus ejemplos más emblemáticos destacan en España Torre Iberdrola (Bilbao) o Campus Repsol (Madrid) y, fuera de nuestro pais, The Edge (Ámsterdam).
2. BREEAM: sostenibilidad desde la visión europea
El Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology (BREEAM) nació en Reino Unido en 1990 y es uno de los sistemas de certificación más extendidos a nivel europeo. Evalúa una amplia gama de categorías —desde gestión de obra, eficiencia de recursos, hasta accesibilidad o impacto en la salud— y aplica a todo tipo de edificaciones, desde viviendas hasta centros comerciales o barrios completos.
Los niveles de certificación son cinco van desde el más básico (Correcto) hasta el más exigente (Excepcional), según el porcentaje de cumplimiento de sus criterios. BREEAM pone especial énfasis en la mejora continua y en la integración del proyecto con su entorno, lo que lo convierte en una herramienta potente para evaluar todo el ciclo de vida del inmueble.
El sello BREEAM destaca también por su capacidad para revalorizar activos inmobiliarios, facilitar el acceso a financiación sostenible y mejorar el confort de los usuarios. En España lo encontramos en inmuebles como el centro comercial El Faro (Badajoz) o el Hospital Infanta Sofía (Madrid).
3. WELL: el bienestar como pilar del diseño
A diferencia de otras certificaciones centradas principalmente en el impacto ambiental, la certificación WELL pone el foco en la salud y el confort de las personas. Desarrollada por el International WELL Building Institute (IWBI), su última versión analiza diez áreas clave que van desde la calidad del aire, el confort acústico o la iluminación, hasta aspectos más intangibles como la nutrición, la salud mental o el sentido de comunidad.
Este enfoque holístico hace que WELL sea especialmente valorado en oficinas, espacios de trabajo compartido y entornos corporativos, donde la productividad y el bienestar de los ocupantes se convierten en activos estratégicos. Su sistema de puntuación permite obtener niveles de certificación Plata, Oro o Platino, con la necesidad de renovar cada tres años.
Edificios certificados con WELL, como las oficinas de Veeva en Madrid, consiguen no solo una mayor satisfacción entre sus usuarios, sino también beneficios empresariales como reducción del absentismo, mayor retención de talento y mejora de la reputación corporativa.
4. DGNB: sostenibilidad integral con sello alemán
La certificación DGNB (siglas del Consejo Alemán de Construcción Sostenible) aporta una mirada aún más amplia, evaluando no solo el impacto ambiental de los edificios, sino también su viabilidad económica, funcionalidad, calidad técnica y su integración en el entorno. Su análisis cubre todo el ciclo de vida de la edificación, incluyendo etapas como el desmontaje o la adaptabilidad futura.
El sello distingue cinco niveles (Bronce, Plata, Oro, Platino y Diamante) según el grado de cumplimiento de las seis grandes áreas que evalúa. DGNB es una certificación especialmente valorada en proyectos complejos, urbanismos innovadores o edificaciones industriales.
Aunque de origen alemán, su aplicación se adapta a los contextos locales gracias a organismos como el Green Building Council España (GBCe), lo que ha facilitado su implantación en nuestro país. Ejemplos como el Parque Tecnológico Palmas Altas (Sevilla) o la residencia Pallars (Barcelona).
5. VERDE: el sello español con visión global
Creado por el GBCe, el certificado VERDE (Valoración de Eficiencia de Referencia de Edificios) es el único sistema desarrollado íntegramente en España, aunque está alineado con los estándares internacionales y la normativa europea.
Su gran particularidad es que compara el comportamiento del edificio con otro similar que cumpla los mínimos legales. Además, su sistema de evaluación abarca impactos ambientales, sociales y económicos, asignando una puntuación en forma de hojas verdes (de 1 a 5) según el nivel de sostenibilidad alcanzado.
VERDE se aplica tanto a obra nueva como a rehabilitaciones y destaca por su adaptabilidad a todo tipo de proyectos. También promueve la participación activa de promotores, técnicos y usuarios, reconociendo su esfuerzo por aplicar buenas prácticas.
En el mercado inmobiliario nacional es una herramienta cada vez más valorada, como reflejan proyectos como los residenciales Omega en Barcelona o el parque logístico X en Madrid.
¿Cuál es la mejor certificación para tu proyecto?
La elección del sello más adecuado dependerá del tipo de edificio, los objetivos del promotor, la fase del proyecto y las prioridades (medioambientales, sociales, económicas o centradas en el usuario). Algunas claves para orientarse:
- LEED y BREEAM ofrecen una evaluación completa de la sostenibilidad ambiental y energética.
- WELL es la mejor opción si se busca priorizar la salud y bienestar de los ocupantes.
- DGNB aporta una visión global con fuerte base técnica y económica.
- VERDE es ideal para proyectos en España que buscan un equilibrio entre criterios sociales, ambientales y económicos, con una herramienta local.
Conclusión
Los sellos de sostenibilidad no solo certifican buenas prácticas: son una declaración de intenciones, una apuesta por la eficiencia, el bienestar y el futuro. En un entorno donde los criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) ganan protagonismo, contar con una certificación sostenible es un factor diferenciador que aporta valor tangible y reputacional y, en consecuencia, revalorizan el edificio.
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